Un grupo de familias hispanas que se asentó en el sur Colorado vivió en tanta armonía con la naturaleza que su estilo de vida encierra importantes lecciones ambientalistas para el presente, según una arqueóloga de la Universidad de Denver.
Tras 20 años de excavaciones en remotos asentamientos en el sur de Colorado, la arqueóloga Bonnie Clark recientemente publicó en un libro los resultados de esas investigaciones, afirmando que la reconstrucción de la vida de los hispanos de esa región ayudaría a desarrollar mejores programas de protección ambiental.
En «On the Edge of Purgatory: An Archaeology of Place in Hispanic Colorado» (Al borde del Purgatorio: Arqueología de lugares en Colorado Hispano), Clark explora la «historia no escrita» de la población hispana en el sur del estado, combinando excavaciones arqueológicas y etnografía contemporánea con relatos históricos.
«El área (del Valle de San Luis y del sur de Colorado) incluye numerosos sitios de interés arqueológico relacionados con las familias hispanas que llegaron a la región a mediados del siglo XIX y que desde 1860 a 1880 representaban a más del 90 por ciento de los habitantes de esa zona», dijo a Efe Clark.
Clark comenzó sus trabajos arqueológicos en el sur de Colorado en 1993 cuando fue convocada para ser parte de un equipo que estaba catalogando lugares de interés arqueológico y arquitectónico dentro del Sitio de Maniobras Pinon Canyon (PCMS, en inglés), que desde hace tres décadas pertenece al Departamento de Defensa de EE.UU.
El PCMS es un área de más de 95.000 hectáreas al sureste de Pueblo, junto al Río Purgatoire (en francés «Purgatorio»), entre las ciudades de La Junta y Trinidad.
Clark regresó al área en 2000 para realizar excavaciones arqueológicas, cuyos resultados se incorporaron en su disertación doctoral que completó en 2003 en la Universidad de California en Berkeley.
La reciente atención que esa zona ahora recibe por parte de autoridades estatales y federales ha permitido rescatar o preservar material arqueológico y arquitectónico relacionado con los hispanos.
«Ciertamente ayuda que Ken Salazar, ahora secretario del Interior de EE.UU., y su hermano John, comisionado de Agricultura de Colorado, sean del Valle de San Luis, ya que ellos conocen la gente y los temas del sur de Colorado», dijo Clark, profesora asociada de antropología y arqueóloga en la Universidad de Denver.
Clark y sus colaboradores se enfocaron en La Placita, nombre que ellos le dieron al lugar donde vivieron familias hispanas por lo menos durante diez años en la segunda mitad del siglo XIX.
Esas familias aprovechaban los recursos que les ofrecía la tierra, por ejemplo, capturando el agua de lluvia y de vertientes, orientando la casa hacia el área con mayor cantidad de horas de sol (el sur), utilizando materiales del lugar para la construcción de viviendas, y alimentándose con lo que podían cazar o cultivar.
Sin embargo, la llegada del ferrocarril y de la minería a partir de 1880 marcó «el fin de una era», ya que obligó a los hombres a irse a trabajar lejos y eventualmente llevó al abandono de esas tierras y de las viviendas que allí existían.
«Los anglos se hicieron cargo de la región y provocó el olvido de la historia de la presencia hispana. Pero los rastros físicos de esa presencia todavía están allí, desde la arquitectura hasta los desperdicios», dijo Clark,
Por ejemplo, la casa de Teófilo Trujillo, un de los pioneros del Valle de San Luis (llegó en 1866) fue incendiada por un grupo de asaltantes anglos en 1902, despojando a los Trujillo de su vivienda y de sus tierras. El hijo mayor de Trujillo, Pedro, construyó otra casa en la localidad de Montes Vista. Esa casa todavía existe y fue recientemente declarada sitio histórico nacional.
Hacia 1900, sólo el 18 por ciento de los hispanos aún conservaba sus tierras y viviendas. Por eso, Clark describe su trabajo como una «arqueología de los marginados y sin historia». De hecho, dijo, se trata «de una microhistoria de un lugar en particular en un momento en particular».
Una de las principales lecciones de esa microhistoria, indicó Clark, es la manera en que las familias hispanas convivían con la naturaleza, aprovechando recursos naturales renovables, pero sin «explotar» esos recursos ni contaminar el lugar.
Según Clark, los hispanos de aquella época enseñan una importante lección para el presente, la de «vivir de la tierra usando los recursos necesarios, pero sin exagerar».
vía Colorado.